Etiquetas

jueves, 29 de diciembre de 2011

Bienvenid@s

 Inicio, aquí y ahora, mi andadura como una búsqueda que, todavía incipiente, ya veo infructuosa. ¿Por qué motivo me expreso así? Pues porque hay búsquedas que no llegan nunca a término, son eternas. Parten de lo más íntimo y elemental de cada ser para tomar tan profundo y acaudalado paso que cuando crees alcanzarlas, lejos de conseguirlo, te pierdes en la inmensidad de las estribaciones que todos llamamos vida.

 Incluso más allá, en excepcionales ocasiones, existe la velada sensación de que esa búsqueda traspasa los lindes físicos de la existencia y se adentra, fruto de una inquisitiva imaginación, por ese enigmático umbral que todos llamamos muerte. Allí, el cuerpo que acarreábamos, pesado, traslada la carga, se aligera a través de los andeles del sueño y cede su misión al alma, la cual será testigo, desde ese momento, de la más infatigable pero interminable de las búsquedas.

 Ésta es una de esas ocasiones.


Traducción propia de ElDorado, de Edgar Allan Poe.

I.

Vistosamente ataviado,
Un galante caballero,
A umbrías y solanas,
Había viajado mucho,
Entonando una canción,
En busca de ElDorado.

II.

Pero se fue haciendo viejo
-Aquel audaz caballero-
Y sobre su corazón cayó una sombra
Al no poder encontrar
Ningún atisbo de tierra
Que se pareciese a ElDorado.

III.

Y cuando sus fuerzas
Al fin le fallaron,
Se encontró con la sombra de un peregrino...
“Sombra”, le dijo,
“¿Dónde puede estar
Esa tierra de ElDorado?”

IV.

“Sobre las Montañas de la Luna,
Por el Valle de las Sombras,
Cabalga, cabalga valiente,”
-Le replicó la sombra-
“Si buscas ElDorado.”


El hombre debe ser libre, libre y valiente. Libre hasta de la definición de libertad, sin impedimento alguno que no nazca de su propia constitución. Valiente, pues el temor nace siempre de la ignorancia.
                       Confía en ti mismo. R.W. Emerson.