Constantin Meunier. Amor de madre. 1893 |
En esta
declaración de intenciones, mi amor ha tomado posesión de mi vida para llevar a
término todo lo necesario para tu felicidad, para que veas lo dichoso que me
haces y te empapes de esta alegría.
Dentro de mí navega un sentimiento hacia ti de
apremio, de ilusión, de aventura, de disfrutar de cada ola como el culmen de la
belleza en la que me envuelves cada día. Y todo bajo la visión de una
experiencia en profundidad y gratificación inimaginables… ¿Por qué… quién me
iba a decir a mí que el rumbo de mis acontecimientos funestos vería un
horizonte tan rico, natural y exótico como aquel día que te me revelaste a mis
ojos?
Celebro
haberte conocido, hoy más que nunca, y no pasa un solo día sin maldecir los
veintiocho años que te oscureciste en mi vida…Es por ello que mis ansias todas
van destinadas a hacerte brillar con la mayor refulgencia y luminiscencia posibles;
como si la estrella Sirio tomase posesión de tu persona y quisiera ofrecerme su
guía y reverberación espléndidas.
La
odisea salió de puerto a tiempo, nuestras vidas tienen mucho que recorrer aún…la
gigantesca tarea de ser padre, de ser tu marido, de ser la mejor persona para
ti, apenas acaba de empezar; pero nada temas pues si algún poder me has
concedido es el empeño y la fuerza del titán para llevarte sana y salva a los
confines de la vejez y a la eternidad de verte siempre como mi beldad, mi
verdad y mi querer.
Te amo,
insondable y apasionadamente, Andrea.