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Safo en el acantilado de Léucade (1800) Pierre-Narcisse Guérin
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Denuesto,
reproche os traigo.
Aversión,
rencor os debo,
A
vos, los fatuos, que hacéis
Del
amor vuestro placebo.
Vos,
que empuñáis hojalata
En
vez de argentino acero,
Vos,
que hacéis del corazón
El
adalid de lo necio;
Faltad
a vuestra arrogancia,
Prended
orgullo en el pecho,
Callad
la voz petulante,
Ceded
el ego al esfuerzo
De
la voluntad tomada
Por
virtud, no por defecto…
Que
lo sensible en la forma
No
supone un fondo auténtico,
Igual
que no hace de ley
La
cota a los caballeros.
No,
la verdad del amor
No
presta ojos al sujeto
Para
que pueda mirarse
Complacido
ante un espejo;
Su
verdad puede ser ciega
Como
está el alma en el cuerpo.
Ah,
y aún hacéis las palabras
Que
sean prosaicos verbos,
Identidades
absurdas
Pues
la mentira es aquello
Que
vuestro infame carácter
Lleva
expresamente impreso
Cuando
en aras del amor
Hacéis
que añore el silencio.
Sí,
la mentira es absurda
En
clave de sentimiento;
Pues
siendo el amor la música,
La
mentira es un estrépito.
¡Infelices,…derogaos
Del
laurel del amor griego
De
su historia y de su arte,
De Safo, Orfeo y Homero!
¡Caed
en las brutas fauces
Del
hombre del Pleistoceno
Do
pertenecéis pues sois
Animales
“ex profeso”!…
Y no
insultéis al que puede
Librarse
de tal demérito
Cuando
la musa lo baña
En
el manantial del verso
Y al
sol de la poesía
Se
ve hermoso y solariego
Por
sobre (el amor) la tierra
Con (su amada) el universo…
…“Sobra el oprobio y la injuria,
Envaino también mi acero,
Que en plata y oro salpico
Púrpuras gotas del plectro;
Yo, un necio tornado en noble,
Que así profesa en sus versos:
Os
esbozo nueva estirpe
Porque
ebrio yo de embeleso
No
puedo medir mesura
En
mi vasto sentimiento
Pues
mi abierto corazón
No
es el otrora ligero
Motivo
de pantomimas
De
las que ora me avergüenzo.
No,
tornado ora en Cyrano,
Mi
espíritu es cuanto ofrezco
Por
un rumor de sus labios
O un
bucle de sus cabellos,
Que
por su mirar me endioso
Y
por su desdén perezco.
En
mi soledad susurro
Para
robar al silencio,
Este
amor y que sepáis
Que
adjetivar ora puedo,
Cual
regio alud, vuestra imagen
En
mi espíritu indefenso;
Pues
mi corazón me ahoga
Hasta
perder el aliento.
Tan
grave una hora sin vos
Que
en ese tiempo me muero
Y al
veros pronto es, ¡pardiez!,
Volver
a nacer de nuevo…
Para
la muerte sin vos
Ser
mármol, ciprés y duelo
Y la
muerte a vos probada,
Ser la
estrella en el cielo.
Recoged
pues mi destino
Es
una flor del invierno
Que
nace por bravo arrojo,
Aun
a desaire del tiempo.
Tal
es su confianza y fe
Pues
sabe que tras Febrero
Cuando
el sol prenda la llama
De
la dalia o del cerezo,
Aquella
flor del olvido
Se
hará una flor del recuerdo.
Llego
a vos triste y postrado,
Me
voy jovial y resuelto,
Cavilando
que es la vida,
Como
una diosa a quien debo
Culto
y devoción de amor
Ante
vos, que sois su templo.
‘Adiós’ escribe mi carta
Y mi
alma os dice ‘Hasta luego’,
Mi
corazón nada os dice
Pues
vuela hacia vos en sueños.