NARCISO, CARAVAGGIO.
Al igual que hizo Narciso que buscaba algún reflejo de algo de un mundo distinto, de algo si cabe más bello...
Yo te buscaba afanado, queriendo llevarte dentro, a que me vieras mi alma como si fuera tu espejo...
Y allí te encontré de pronto como escapada del cielo, como una lágrima suelta que llorara San Lorenzo...
Fundaste mi corazón, entonces, con sólo un beso; como un rayo hendido en mí y parecí Prometeo... desencadenando el mundo de las cadenas del miedo.
Libres mis brazos estaban de arrastrarte hacia mi cuerpo y sentir humanamente tu divinidad de acuerdo... a que eres el ser divino que vino a aplacar mis ruegos.
Oh, ninfa de la Beocia, de algo sumamente espléndido me hablaron tus ojos cuando viniste a ser mi reflejo.
Y así reflejado en ti, lo cierto es que estoy perplejo pues el amor que me infundes hace detener el tiempo.
Y aunque fueran cinco años, siempre revivo el momento de cuando la soledad se fue...para ser tú, luego. |