En
esta solitaria hora estaba cavilando que verdaderamente el arte es la
constelación del espíritu humano; es la esencia de la que parten todas las
cosas, la profundidad insondable e impredecible y es así porque existe y porque
no sabemos por qué existe.
En
relación a todo esto, me viene a la mente que, de cuando en cuando, algún amigo
o conocido me ha preguntado con aire curioso, a veces, o sardónico, otras
muchas…qué sentido le encontraba a visitar cementerios para encontrarme allí
con seres relevantes de la Historia…Pues bien, ahora tengo una alegórica
interpretación de tal actividad deleitante para mí:
Al
igual que existe la Luna, el Sol, las estrellas o los astros y con ellos, las
lluvias de estrellas, los eclipses o los cometas; desde que el mundo es mundo y
desde nuestra más temprana edad, siempre nos hemos sentido atraídos por ese
cosmos maravilloso, engendrador de imaginaciones y de sueños. Pero yo además de
ser partícipe de todas estas aventuras, confieso que visitar a esos seres
llenos de beldad, de brillantez y clarividencia me suscita la ocasión de contemplar
una constelación humana sobre la tierra sin tener que morir, si acaso, y llegar
a ese postulado cielo que profesa la pseudo-inteligencia. No necesito para ello
ver la materia, el motivo fabuloso de esta experiencia radica en hallar un
punto clave que haga sonar la fanfarria de la imaginación. Quedar fascinado un
momento soñando que, de algún modo, he podido compartir el mismo espacio que
esos prodigiosos seres. Ésa es la gloria: el tributo del hombre futuro al
hombre sobresaliente del pasado.
Mors nulla est pro vobis.