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viernes, 18 de enero de 2013

Friedrich Holderlin...

F. Holderlin
Esta vez mi pensamiento exhibe la admiración hacia un hombre que quizás no pudo soportar las normas de un mundo despótico e insensible o, tal vez, debido a ser engendrado con un purísimo espíritu, su intelecto no tuvo con qué afirmar sus convicciones emocionales o morales. Sea como sea, su memoria, comprendida entre poemas y obras de exquisita sensibilidad, confirma el hecho de su figura universal en las artes de los tiempos venideros.

 Friedrich Holderlin, que así se llamaba, nació en 1770, en Alemania, en el seno de una familia burguesa, aunque su infancia no pudo ser fácil debido a las repentinas muertes de su padre y de varios hermanos, aún en edad infante. Su vida avanzaría entre estudios de Teología, Filosofía o Literatura, en especial, con principal atención a los clásicos griegos, época a la que Holderlin se sentiría ligado el resto de su vida.

 Ya licenciado, obvió la carrera evangélica (estudió en un seminario) y se emplearía como preceptor, trabajo éste que le reportaría dolores y penurias; sobre todo, cuando se enamora de una mujer casada a la que tiene que abandonar para siempre y a la que le dedicará muchos de sus escritos; entre los cuales está su inspiración de Diótima, en su novela Hiperión y su ideal de pureza, belleza y de amor imposible.

 Tampoco tendría suerte con sus colegas de profesión; las celebridades intelectuales de la época, Goethe, Schieller,…no le fueron de ayuda a la hora de darle paso en su camino hacia el éxito o, mejor dicho, hacia el reconocimiento.

 Las que sí nunca le abandonaron fueron sus crisis mentales o esquizofrenias que lo llevaron por un río de amargura y de locura, al fin. Estuvo internado durante ocho meses en un psiquiátrico de Tubinga, hasta que al final, le dejaron en casa de un ebanista, gran admirador de su obra Hiperión. Allí, en el ático, en su torre, pasaría Holderlin en estado de pacífica locura durante los últimos treinta y seis años de su vida.

 No obstante, no dejó de escribir nunca, no podía ser pues que la parte más lúcida de su ser y por la cual se mantenía vivo, se apagara del todo. Su llama incandescente no le dejó de lado jamás y le guiaba en sus amados paseos por la naturaleza, a orillas del río Neckar, donde vivía. De cuando en cuando, le visitaban, algún amigo, muchos curiosos y cuando se le pedía que escribiese o dedicase un poema; él, con toda caballerosidad y nobleza, recitaba o anotaba en el papel aquellos versos espléndidos que brotaban de su alma y de su corazón como todo lo que brota en la naturaleza, de manera natural. Firmando siempre así “Humildemente, Scardanelli”. En su locura, se creía otro hombre, quizás para escapar de la nefasta realidad que lo envolvía.

 Holderlin escribió una vez…”El hombre es un Dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona”. Estas palabras definen muy bien su vida en el sentido de que fue un Dios, ciertamente para mí, a través de su bendición literaria pero mendigó toda su vida por un lugar donde ser comprendido y amado.

 Murió sólo, un día como cualquier otro, alejado del mundo cruel e insensato.

 Aún recuerdo la primera vez que leí su obra Hiperión, llegué a ella después de haber leído Werther de Goethe y ya nunca me imaginé que alguna obra superaría a ésta como obra culmen del amor; empero, me equivocaba. Aquella lectura significaba a cada página una nueva exploración en el ser humano sensible, rebelde, romántico y en el amor en todas sus formas, como amistad, como admiración, como pasión. La he leído dos veces y la releeré siempre.

 Otras obras, como La Muerte de Empédocles (inacabada), Los Poemas de la Locura (que se recopilaron de su estancia en Tubinga) o Las Grandes Elegías me ayudaron a situar esta figura humana como punto celestial en ese firmamento mío donde, afortunadamente, tengo muchas estrellas a las que mirar ensoñado.

Puede la brecha del tiempo
Ser insondable distancia,
Pero para los poetas
No significará nada.

Humildemente, Cypariso.

viernes, 11 de enero de 2013

I Epístola a mi hija...


Que tu vida empezó el veinte de Febrero de 2012, eso ya lo sabemos,… ¡Cuánto te habrán contado sobre aquel día en que pusiste tus pequeñas extremidades al amparo de tu madre! ¡Cuántas veces te habré contado yo cómo te corté aquel cordón extraordinario que nos unía y nos unirá para siempre, cómo lloré en tal estado de fruición que las lágrimas eran tan dulces como el hidromiel de los dioses! ¡Y qué estampa, la de mi amor, personificado en dos axiomas femeninos cómo nunca antes pudieron verse, así de comprometidos y de emparentados!

 ¡Nervios, euforia, lágrimas, alegría, cansancio, descanso,…!, y muchas más distracciones llegaron con tu vida. Pero, y ¿qué ocurre contigo? No te acordarás de nada. Aquellos tiempos pasarán para ti como las páginas de un libro que tu cerebro ha decidido tirar, ¿será que los esbozos, los preámbulos, aún por definir de tu vida, no son significantes para formar parte de este conjunto de horas cíclicas? De cualquier manera, he de decirte que por extraño que te parezca, la vida, tu vida, como un periodo consciente y cognitivo, todavía no ha tenido lugar para ti…No, hasta ahora es tu madre y soy yo (tu padre) los encargados de llevarte por este camino primigenio; pero, créeme, lo hacemos lo mejor que podemos. Hasta ahora, todo marcha bien. Tu madre y yo, juntos, siempre hemos formado un equipo formidable (¡ya antes de tu aparición!). Y con el paso del tiempo, te preguntarás ¿cómo es que soy tan distinta de los demás, cómo me siento tan feliz entre tanta gente apesadumbrada? El secreto lo tendrás delante de ti cuando, crecida y preciosa, te des cuenta de todo el cariño y mimo que te dispensamos…No en vano, te diré que fuiste un tesoro difícil de encontrar y es que no fue fácil encontrar a tu madre entre los derroteros selváticos de mi vida. Pero una vez hallada, lo demás fue tan cómodo como tumbarse a placer en una playa paradisíaca.

 Ni que decir tiene que tu madre está chiflada por ti, te come a besos, te estimula, la estimulas; habéis entablado una relación muy hermosa, se os ve necesarias y umbilicales, la una con la otra. Es un gozo sentarme en donde estáis y ser un mero espectador de tan fabuloso teatro afectivo. Te encanta ver cómo nos besamos (eso es que sabes que ese gesto forma parte de ti, está en tu alma y en tu corazón como el ADN que te define). Eres un revoltijo, empiezas a expresarte graciosamente y nos estás dando los mejores momentos de nuestras vidas. ¡A veces, también los peores! Es cierto que soy un poco histérico pero ayer, por ejemplo, te caíste de la cama, durmiendo, y no pude evitar que el corazón me diera un vuelco…No puedo negar que si algo te ocurriese, me volvería loco. No te preocupes, algún día te lo contaré y nos reiremos de todas estas cosas.

 Hoy, mientras tus recuerdos tienen las propiedades ciegas del sueño, los nuestros estarán tan vívidos en nuestra mente que seremos capaces de plasmártelos tal cual ocurrieron, aun cuando el tiempo y el olvido jueguen en nuestra contra. De eso, me encargo yo…te mantendré informada.

 Te quiero, vida mía.

 Eres la esfera luminosa y ancha, la que me ensueña, la que me enseña, la que me revela todas las ideas de belleza y si por ti he sido y seré más,…Sin ti, amor mío, seré siempre menos.

 Tu madre, ahora, debe de estar dormida a tu lado, ¡dormid pues luceros hasta que llegue yo, os encienda y me hagáis iluminado!

miércoles, 9 de enero de 2013

A los fieles del A-B-C...

Saturno devorando a un hijo. F. Goya. 1819-1823

Son los versos de vuestras poesías
Como las avalanchas en gargantas,
Estruendosas, silbantes y terribles,
Que sólo hieren y que sólo matan.

Son las notas de vuestras melodías,
Unívocas, unísonas y únicas,
Y no son cítaras, flautas ni arpas
Los materiales para vuestra música.
No, será otro metal el que empleéis
Para ablandar el alma de la turba.

Son las palabras para vuestros textos
Miríadas de vastas arrogancias,
Misivas de unos dioses iletrados
De una caligrafía tosca y basta,
Para hacer comprender ese A-B-C
A vuestros fieles: Asnos, Burros, Carcas.

Pero vosotros, ecos de animales,
Como aves prehistóricas carnívoras,
Vivas deformidades sanguinarias,
Algún día, veréis vuestra caída
Y yo nada haré más que sonreír
Por ver, por fin, la Historia bien escrita. 

martes, 8 de enero de 2013

Soneto a mi tesoro celestial...

Daphne striata



Complaces lo más hondo del deseo
Como el tesoro celestial que eres
Y a cada mimo y gesto que te veo
Más bienes a aquel cofre le confieres.

Tu vida es el jardín donde paseo
La condición de padre y sus placeres…
Así cual gozo, instinto o lisonjeo,…
Son vivas muestras de esos quehaceres.

La parte de mi ser que estaba inerte,
Ora es el pedacito de cultivo
Do mi naturaleza es más fuerte,

Do adopta el color verde cual motivo
Más propio y costumbrista en esta suerte
De paraíso que es, mi hija, tenerte.

lunes, 7 de enero de 2013

Mi mejor regalo...

La Dama de Shalott. J.W. Waterhouse.1888



Os puedo dar respuesta con mi amor,
Si comparáis a mi mujer y a un ¡cuánto!;
Tal que por réplica os daré mi vida
Si me la equiparáis a un ¡cuándo!, a cambio.
Y todo por el simple pensamiento
De que ser su marido es un regalo
Que abro cada mañana con un beso
Y con un beso, cada noche, guardo.

Lo mismo da que hable de amor y vida,
Pues los dos son sinónimos si hablo
De mi mujer a la que me celebro
Ser insólitamente enamorado.

jueves, 3 de enero de 2013

Soneto a un labriego...

Hombre con una azada. J. F. Millet.1860-1862



El arado y la siembra de la tierra
Son pulsos de tu corazón, labriego;
Son pruebas de que con tu vida en guerra
Puedes vencer como hombre sin talego…

Y empero encuentras luego en tu posguerra,
Sin sentido, a tu pueblo, sordo, ciego,…
Con tu raíz cortada por la sierra
De la ignominia, el chasco y el reniego.

Mas yo te encomio al cielo de la raza
Humana y a tu impar naturaleza,
Como si al bosque fueras su secuoya,

Y comparo tu brazo y tu coraza,
Tan próvidos de ingenio y de braveza,
A los célebres héroes de Troya.