Etiquetas

viernes, 11 de enero de 2013

I Epístola a mi hija...


Que tu vida empezó el veinte de Febrero de 2012, eso ya lo sabemos,… ¡Cuánto te habrán contado sobre aquel día en que pusiste tus pequeñas extremidades al amparo de tu madre! ¡Cuántas veces te habré contado yo cómo te corté aquel cordón extraordinario que nos unía y nos unirá para siempre, cómo lloré en tal estado de fruición que las lágrimas eran tan dulces como el hidromiel de los dioses! ¡Y qué estampa, la de mi amor, personificado en dos axiomas femeninos cómo nunca antes pudieron verse, así de comprometidos y de emparentados!

 ¡Nervios, euforia, lágrimas, alegría, cansancio, descanso,…!, y muchas más distracciones llegaron con tu vida. Pero, y ¿qué ocurre contigo? No te acordarás de nada. Aquellos tiempos pasarán para ti como las páginas de un libro que tu cerebro ha decidido tirar, ¿será que los esbozos, los preámbulos, aún por definir de tu vida, no son significantes para formar parte de este conjunto de horas cíclicas? De cualquier manera, he de decirte que por extraño que te parezca, la vida, tu vida, como un periodo consciente y cognitivo, todavía no ha tenido lugar para ti…No, hasta ahora es tu madre y soy yo (tu padre) los encargados de llevarte por este camino primigenio; pero, créeme, lo hacemos lo mejor que podemos. Hasta ahora, todo marcha bien. Tu madre y yo, juntos, siempre hemos formado un equipo formidable (¡ya antes de tu aparición!). Y con el paso del tiempo, te preguntarás ¿cómo es que soy tan distinta de los demás, cómo me siento tan feliz entre tanta gente apesadumbrada? El secreto lo tendrás delante de ti cuando, crecida y preciosa, te des cuenta de todo el cariño y mimo que te dispensamos…No en vano, te diré que fuiste un tesoro difícil de encontrar y es que no fue fácil encontrar a tu madre entre los derroteros selváticos de mi vida. Pero una vez hallada, lo demás fue tan cómodo como tumbarse a placer en una playa paradisíaca.

 Ni que decir tiene que tu madre está chiflada por ti, te come a besos, te estimula, la estimulas; habéis entablado una relación muy hermosa, se os ve necesarias y umbilicales, la una con la otra. Es un gozo sentarme en donde estáis y ser un mero espectador de tan fabuloso teatro afectivo. Te encanta ver cómo nos besamos (eso es que sabes que ese gesto forma parte de ti, está en tu alma y en tu corazón como el ADN que te define). Eres un revoltijo, empiezas a expresarte graciosamente y nos estás dando los mejores momentos de nuestras vidas. ¡A veces, también los peores! Es cierto que soy un poco histérico pero ayer, por ejemplo, te caíste de la cama, durmiendo, y no pude evitar que el corazón me diera un vuelco…No puedo negar que si algo te ocurriese, me volvería loco. No te preocupes, algún día te lo contaré y nos reiremos de todas estas cosas.

 Hoy, mientras tus recuerdos tienen las propiedades ciegas del sueño, los nuestros estarán tan vívidos en nuestra mente que seremos capaces de plasmártelos tal cual ocurrieron, aun cuando el tiempo y el olvido jueguen en nuestra contra. De eso, me encargo yo…te mantendré informada.

 Te quiero, vida mía.

 Eres la esfera luminosa y ancha, la que me ensueña, la que me enseña, la que me revela todas las ideas de belleza y si por ti he sido y seré más,…Sin ti, amor mío, seré siempre menos.

 Tu madre, ahora, debe de estar dormida a tu lado, ¡dormid pues luceros hasta que llegue yo, os encienda y me hagáis iluminado!

No hay comentarios:

Publicar un comentario