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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Buenos días, tú que te llamas vida…



 



Buenos días, tú que te llamas vida…

Así te distingues porque, para mí, resumes la maternidad de la noche y la concepción del día, y desde la voluminosidad de la luna hasta el emporio del sol, pasas por mi alma y por mi corazón como las alas de mis sueños y como las raíces de mi intelecto.
  
Cualquiera podría componer la palabra amor con cuatro letras, a-m-o-r; pero deletrearte es, para mí, descubrir todo un nuevo abecedario que bien podría empezar con tu nombre, Andrea y acabar con el verbo ‘zarpar’ (que es llevar más allá de uno mismo, haciendo que toda persona crezca mientras exista un fuerte vínculo) y, en medio, una infinidad de poesía que describiría todo el talento que ofreces para cada uno de mis sentidos…
  
Y es que a mis ojos, les enseñas qué es ese concepto de belleza que se revela en una forma voluptuosa de mujer; a mis oídos, les educas con el sonido de tu sonrisa, una sinfonía de notas que siempre que lo necesito suenan in crescendo; a mis manos, las ilustras en la intimidad del deseo, la carne, la piel,…y si ése es el fuego del infierno, oh, bienvenido sea. A mi boca, la cultivas de besos, de un aguacero de pasión que ya quisiera para sí aquel diluvio universal. A mi nariz, la inicias en el perfume maravilloso de la familia. Pero para mi sexto sentido, has reservado lo conspicuo de tu ser…esa cosa graciosa, deleitosa que es ser amado, esa forma honda, entrañable, que es ser padre; ese hecho de reflejarme, de sublimarme, de enclavarme como un hombre que te ama desesperadamente, sin modo ni manera de concebir que algún día te pueda perder…
Tú que me has visto NACER, me verás MORIR con mi amor por ti tan vivo y tan real como aquel momento tan íntimo en que el corazón te dice:
  
‘Da gloria a tu odisea,
Ten tu nombre de amor,
Que no se llama amor,
Pues su nombre es Andrea’.

Yo puede que ignore muchas cosas que ni siquiera sé nombrar; pero lo que sí conozco, son esas cosas que significan el abecedario de mis emociones, de mis sentimientos y cuyo título es y responde a tu persona como el mejor resumen de vida, de amor y de amistad.

Nuestra hija Dafne, la cura de nuestros males, nuestra inmortalidad, ha completado otro ciclo de vida, 9 meses, y con cada minúscula señal de que es capaz, nos envía un mensaje tan vívido y tan exaltado de adhesión a todas las palabras que te dicho, amor mío, que no quiero que tú tampoco ignores cuánta felicidad albergo (tanta que se desborda hasta el lloro) dentro de mí.

La verdad es que es bueno ser rey, nacer con estrella,…Gracias, amor mío.

¿La verdad, toda la verdad, nada más que la verdad?…Qué fácil es el ideario que siempre adopta la misma respuesta…¡Te amo!. Pero es que lo más fácil que me ha dado esta vida es amarte.

            Besos, amor.

P.D. Nuestra hija Dafne sabe de qué hablo, sus ojos expresan un fulgor fabuloso toda vez que nos besamos…Ha nacido del amor y para el amor se ha concebido. Gracias ¡mi ojitos de mar!, ¡mi bolita mágica!


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