"Belleza es verdad, verdad belleza. Eso es todo lo sé en la vida y todo lo que necesito saber". John Keats. |
A
Andrea Gutiérrez Vázquez, mi verdad y mi belleza.
Hasta hace poco más de tres años era un hombre
aparente (una máscara viviente), atrapado en la corriente de la vida, cuyo
ahogante cauce me entregaba presuroso a las inexorables fauces de ese mar profundo,
donde se hunde nuestro destino.
Pero hace tres años, digo, en una
cercana orilla, e impelido por el céfiro de una voz y por el aura de una
sonrisa, mi nave (galera de mi corazón) se topó con un nuevo mundo de
maravillosas singladuras y de desconocidas sensaciones.
Allende, reconocí al amor, no por formas ni
por líneas, sino ¡por qué sé yo!... ¡son tantas emociones las que se alojan en
este, ahora, afortunado corazón!...Por tu electricidad, por tu cobijo, por tu
dulce sabor…Por tu seguridad, por tu tierno trago, por tu solícito calor. Eres
mi hogar y en tu seno, además de mí, todavía, tuviste a bien albergar a nuestra
deliciosa criatura, Dafne, hija de ese impetuoso río que supiste varar a
tiempo. Ella, cariño, como Laurel que es, verdeará siempre nuestra existencia.
Pero tú, Andrea, heroína, en tu frente portas
mi verdad y en tu corazón guías mi belleza. Tú sola eres lo que sé de este
mundo extraño y tú sola eres lo único que necesito saber. Estas palabras son
tomadas de aquel poeta inglés que decía lo que ningún hombre dice, excepto que
ese hombre de corazón a su alma le sea fiel.
Pues, con la fidelidad que mi alma le
promete a mi corazón, te digo, amor mío…
“Gracias por el simple hecho de
salvarme la vida”
“Gracias por encumbrarme y darme tu
bienvenida”
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