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miércoles, 15 de febrero de 2012

Un juglar

Estatua de 'El juglar del Cid'. F. Coullaut-Valera. 1971. Palacio Diputación de Soria.

Avivaré mi paso en la montaña,
Daré brío a mis velas en el mar,
Raudo en tierras umbrías y solanas
Iré cual presuroso vendaval
A donde el corazón es más que un músculo
Y el vivir no es un día y otro más.
Por todas partes, verteré mis notas
Legendarias de amor y heroicidad.
Brotarán las palabras de mis labios
Como también saldrá del manantial
El agua natural para el sediento
Cuando su sed pretenda mitigar.
Y en verso formaránse mis consuelos
Para el alma albergada por el mal
Que alimenta las horas de silencios
Y hace de su pilar la soledad;
Para aquel corazón que en su ponzoña
Suspiros sólo puede fecundar
Y que desde el concilio de los sueños
Concibe su labor con vano afán.
Ah, cuando entre mi pluma y mi tintero
Se afane mi buen ánimo en cantar
Las cosas del poeta en el papel
Ora sus amoríos cual Don Juan,
Ora sus peripecias cual si un héroe
O incluso sus pericias cual truhán;
Oirán como un trueno que restalla,
Escucharán un eco remembrar,
Oirán los susurros de la noche,
Escucharán el dulce son del mar;
Porque cuando la lira se despolva
Y luce como el oro en su metal
Es tiempo del lirismo en las palabras,
Es tiempo de epopeyas y de paz,
Es tiempo de versar prosas y glosas
Y es tiempo de canciones y un juglar.

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