Apolo y las musas del Monte Helión. Claude Lorrain. 1680. Museum of Fine Arts. Boston. |
Hablad, mi Andrea, la de dulce voz,
De las uvas que adornan nuestras viñas,
Del trigo que decora nuestros campos
Y del agua que baña nuestras rías…
Y sonreíd para que nuestro pueblo
Pueda también lucir vuestra sonrisa.
Susurradle a la tierra vuestros sueños
Pues de los sueños brotan margaritas
Que adornan los caminos que vagamos,
Vuestra mano en mi mano, por la vida.
Mi Andrea, vuestros ojos son estrellas
Que a mis ojos titilan de alegría
Para dar luz a esa porción de mí,
Mi corazón, que oscuro me marchita.
Oh, mi Andrea, escuchad ora mi canto
Os doy gracias; oh, musa compasiva,
Pues sólo vuestro son nato de sílfide
Pudo encantar las notas de mi cítara:
Embeba el cielo a la tierra,
Suspenda el tiempo a la vida,
El amor vence a la muerte,
Vuestra alma se une a la mía.
Canto al fragor inmortal,
A la voz del amor sita
En mi corazón perlado
Por tal presencia divina.
“¡El ángel!”, mi voz creyente,
“¡El sueño!”, mi voz impía,
“¡La vida!”, mi voz desnuda,
Seáis ángel, sueño o vida,
Mi Andrea, todas mis voces
Claman: “¡Seáis bienvenida!”.
¡Mi vida se muere y sois,
Oh, mi Andrea, un nuevo día;
Mi verso fenece y sois,
Amor, nueva poesía!
….
¡Renuevo, flor y belleza,
Tal os plantáis ante mí!
¡Seamos naturaleza,
Seamos pues lirio, alelí!
No hay comentarios:
Publicar un comentario